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Viernes 22/11/2024
 
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CinemaScope

El lucrativo dominio de la mente humana

Entre lo enfermizo y lo pesadillesco, ‘Possessor’ transita por el riesgo para reivindicar una personalidad fílmica que bebe de numerosas fuentes cinéfilas

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El dominio de la mente de los hombres forma parte de la razón de ser de muchos de los antagonistas del mundo del cómic y, en especial, del ámbito de las historias de súper héroes. También entiendo que debe formar parte de la aspiración máxima de muchos de los que se dedican al noble arte de la política con tal de alcanzar el poder y, a ser posible, perpetuarse en el mismo: si no bastan sus programas electorales, que lo logre al menos su capacidad de sugestión y seducción a la hora de inclinar el voto. En Possessor Uncut, una misteriosa corporación al margen de la ley lo ha conseguido -acceder a la mente de otras personas, de forma individual, no colectiva- y ofrece sus servicios al mejor postor para ayudarles a despejar el camino y conseguir sus siempre lucrativos propósitos apoderándose de la mente y la voluntad de alguien próximo a su objetivo para eliminarlo y ser eliminado. Caso cerrado. 

Descrito así puede tener la apariencia de un thriller, pero su director, Brandon Cronenberg, que no solo ha heredado de su padre la pasión por el cine, sino su peculiar visión a la hora de contar historias, aborda la narración entre lo enfermizo, lo siniestro y lo pesadillesco, comprometido con el riesgo para reivindicar una personalidad fílmica que bebe de numerosas fuentes cinéfilas, empezando por las del propio David Cronenberg, y pasando desde el giallo a la ciencia ficción, muy en la corriente de la serie Black Mirror, en la que también participó su protagonista, Andrea Riseborough.

La película, es cierto, resulta oportuna al propiciar un subtexto que nos empuja y nos enfrenta a pensar en la polarización política y en los populismos como mecanismos de influencia sobre las masas, aunque Cronenberg -autor también del guion- se decanta finalmente por un atajo que tiene más que ver con la imposibilidad de atajar la violencia en la sociedad contemporánea que con el retrato de un mundo en decadencia, en el que sus ciudadanos admiten y consienten la manipulación como mal necesario para conseguir un logro compartido.

En cualquier caso, el joven realizador logra una película más que interesante, que va de más a menos, pero que sabe cómo agitar e inquietar al espectador, ya sea desde la sobriedad y la sofisticación de su puesta en escena, al impacto de muchas de sus imágenes.

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