La vida nos enseña, desde la relatividad y desde la humildad , que no debemos dar más importancia de la debida a lo que no la tiene , ni considerarnos el centro del universo, sino que todo funciona según el tiempo y el espacio que nos toca, y lo demás son milongas y zarandajas.
Pero en la fauna humana, los más peligrosos, no son los que no saben, que pueden estar en condiciones de aprender, sino aquellos que por mucho que nos empeñemos, jamás tomaran conciencia que no tienen ni zorra idea de lo que se traen entre mano, pero lo peor de la historia, estarán convencidos que son unos verdaderos figuras.
Además en esta necedad de necedades se ven perfectos y el mundo gira alrededor de ellos, como si fueran el centro del Universo. Es preferible estar abierto al mundo y ser de los normales, a considerarse siempre entre los favoritos y privilegiados, siendo de los mediocres.
Lo deseable es pensar en buscar que en encontrar, en volver que en irse, en regresar que en partir, en dar que en pedir, en no olvidar que la clave de nuestro éxito está en mantener nuestra actitud y saber cuál es la postura adecuada en cada ocasión.
Son tremendamente peligrosos, aquellos que plantean temas que no tienen solución, los que engordando su fantasía, confunden deseos y realidades, y prefieren apagones que encendidos, duelos que fiestas y deslealtades que compromisos.
Pertenecen a la fauna que solo piensan en sus blindajes y en provocar blocajes para que los demás no logren sus metas, los que entre cadenas y condenas, apuestan por los inmovilismos frente a los cambios, y entre manejos y cambalaches muestran su miseria.
No saben distinguir entre necesidades, urgencias y prioridades. Tal vez, por ello no encuentran nunca el momento propicio para tomar decisiones que le lleven a nuevos lugares. A veces entre tretas y trucos, tratan de dar gato por liebre y engañar a la gente.
Tienen una especial inclinación por crear problemas y complicar las situaciones, y casi siempre le dan un toque agrio, irritante y de inconveniencia a las situaciones más dulces y tranquilas. Allí donde van, saltan chispas y ponen todo tipo de obstáculos emocionales.
Especialistas en asustar a los más indefensos, meter miedo a los más débiles y amenazar a todos los que pueden, son peligrosos por el ambiente tan negativo que generan en su entorno y por los montajes que producen todo tipo de daños naturales y artificiales.
Se mueven bien entre mercancías y mercenarios, interpretaciones y dispersiones, retrocesos, oscuridades, riesgos y rechazos. Entre abulias y desidias, la vida siempre les trae desgracias y contrariedades, tendencias rotas y oportunidades perdidas.
Suelen meter sus narices en los asuntos de los demás, sin tener en cuenta que cada cual tiene derecho a decidir sobre sus vidas. No son capaces de aprender que entre lo discutible y lo probable, las tierras cercanas y los horizontes lejanos, debemos aprender las cosas que los demás hacen bien y mal, para imitarlos o no repetir sus errores.
Sus incoherencias e incongruencias dejan secuelas y estelas, palabras que nos hacen sentir tristes o enfadarnos, amores impropios e infidelidades ajenas. Intentan despojarse de las ataduras que les encadenan a una realidad de la que quieren huir hacia no saben dónde.