Claro que duele perder. Mucho. Sobre todo cuando eres David y el rival es un Goliath temeroso, inmenso, pero con toda una poderosa armadura diseñada por los señores del poder, que se queda más pequeña cuando se ve en el campo de batalla con el joven aspirante lleno de ilusión, rabia, valentía, humildad y trabajo. Sin embargo, demasiadas veces la suerte está de parte del poderoso. El pasado sábado, el Jaén Paraíso Interior, nuestro David, no pudo hacerse con el título de la Copa del Rey, a pesar de haber desesperado a un todopoderoso Barcelona, que contó con el favor de los dioses arbitrales y con el de la diosa Fortuna en más de un aspecto. Sin embargo, la plebe, con su amarillo ropaje de campaña, demostró una vez más que los laureles del éxito no solo se ganan con oro. También se consiguen con trabajo y esfuerzo. Y eso es lo que se vio sobre el terreno de juego, un equipo con mayúsculas, el Jaén Paraíso Interior, con Dani Rodríguez al mando, y otro plagado de caros héroes tocados por la gracia de los dioses. La historia nos ha enseñado que una batalla no hace que se gane la guerra, que es una largo camino lleno de sinsabor, lágrimas y rabia, pero a todos debe quedarnos claro, jugadores, técnicos, directivos y afición, que la guerra de esta temporada la ha ganado el bicampeón de la Copa de España y subcampeón del Rey. Muchas gracias.
Jaén
Perdimos la batalla, pero ganamos la guerra
Claro que duele perder. Mucho. Sobre todo cuando eres David y el rival es un Goliath temeroso, inmenso, pero con toda una poderosa armadura diseñada...
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