Las de este 2018 serán recordadas, probablemente, como una de las fiestas de la Cruz de Mayo más atípicas que se hayan vivido en Alcalá. Aunque no sea la primera vez que esto ocurre, este martes, 1 de mayo nos sorprendía a todos con unos copos de nieve fruto de los desmanes del vórtice polar que sobrevuela la Península. A lo largo del día ha habido también lluvia, frío y hasta granizo, lo que no ha impedido, finalmente, que la tradicional fiesta que tiene como centro las calles Santo Domingo de Silos, Rosa, Arcipreste Robles y Antón Alcalá, haya arrancado con el habitual empuje de la juventud y sus renovadas ganas de pasarlo bien.
Un ambiente de fiesta ha presidido la parte baja de la calle Rosa, alrededor de la Caseta de la Esperanza y Oración en el Huerto, y en general toda la subida hasta la ermita del Ecce-Homo, itinerario obligado para visitar la engalanada Cruz que se yergue como un mirador desde el que se apreciaba la gran animación hasta Consolación.
Han arrancado así tres días de fiesta en los que, pese a los inciertos pronósticos meteorológicos, gran número de alcalaínos subieron hasta este tradicional barrio para vivir una de las fiestas más añejas y genuinas de nuestra localidad.