Mientras continúa el desafío catalán, crispado e indignado, desbocado hacia un precipicio de incierta altura que arrastra al resto del país y a la Unión Europea, incapaces ambos de articular medidas disuasorias a corto plazo (la brecha abierta el pasado siglo nunca cerró y difícilmente podrán otros tantos años de sutura cerrarla), la vida en esta España, tan incrédula como absorta y necia, continúa su devenir con más paro en septiembre; con la constatación de que la recuperación del empleo destruido antes de la crisis es a costa de la temporalidad, estacionalidad y provisionalidad de millones de españoles, de catalanes (3.000 más el mes pasado hasta alcanzar los 400.000), de andaluces y jienenses. El único empleo que se crea es el que traen consigo las campañas agrícolas o turísticas. El capital humano e intelectual que estamos desperdiciando es directamente proporcional a la tiranía de la vieja escuela política europea, que tras otra década ominosa, ha sido incapaz de articular un mercado capaz de absorber, por un lado, a la generación mejor preparada y especializada de este país, y por otro, a toda la masa trabajadora que mantenía el sector de la construcción, principalmente. Y los que han llegado nuevos han tardado microcentésimas en sumarse a la vieja guardia política. Y cuanto más pobres, con trabajos más precarios, más crispados y radicalizados. De libro.
Jaén
Crispados y parados
El paro sigue subiendo, también en Cataluña, como en Andalucía, en Jaén; y cuanto más pobres, más crispados y radicalizados
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