Con el lema ‘No habrá distancia que nos separe’, Francisco José Hernández Bayo, sanluqueño de 36 años, ha comenzado esta semana una marcha en bicicleta desde Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) hasta Santiago de Compostela (Galicia) para visualizar su particular cruzada para reclamar la custodia compartida y mostrar su rechazo a cualquier tipo de violencia.
El sanluqueño partió este pasado lunes desde Sanlúcar e irá recorriendo la antigua ruta de la plata hasta alcanzar la ciudad gallega, culminando el Camino de Santiago. Con una bicicleta prestada y ‘lo justo’, ha iniciado su particular cruzada para poder ver a la pequeña Noa, que reside en una localidad de Vigo, donde se trasladó con su madre cuando tenía dos años, tras la ruptura de la pareja. Desde entonces, Francisco José no ha cejado en su lucha por mantenerse cerca de su pequeña, viajando hasta Galicia para poder pasar con ella los fines de semana que le corresponden. Tres días el primer fin de semana de cada mes y un segundo fin de semana al mes “inasumible”.
Su lucha no es otra que evidenciar la necesidad de adecuar a la situación de los progenitores la custodia de los menores. “Cuando la jueza dictó sentencia, no lo podía creer. Pensé que había cogido cualquier sentencia que tenía a mano y la copió”, explica. En aquel entonces, Francisco José ganaba 1.000 euros al mes. Los gastos de su vivienda sumaban 300 euros y se le asignaba una pensión de alimentos por 300 euros, más o menos lo que le cuesta cada viaje a Galicia. Cuando viaja allí para ver a la menor, se hospeda en casa de algunos amigos, lo que, al menos, reduce el coste de la estancia.
Pero más allá del tema económico, la reivindicación de Francisco José pasa por estar cerca de su hija con la que asegura que mantiene una relación “fenomenal”. “Estoy implicadísimo a 1.000 kilómetros de distancia, con llamadas telefónicas, tutorías con sus profesores...”. “Para mi lo más importante fue mi hija y mi lucha es principalmente el bienestar de mi hija, porque nunca se mereció lo que ocurrió”, añade.
Este sanluqueño lucha judicialmente por la custodia compartida de la menor. Consciente de la dificultad que supone los mil kilómetros que los separan, “al menos” espera que le concedan disfrutar de ella durante el período vacacional. Tiene más que echadas las cuentas, “son más de cuatro meses", asegura, “en los que podría disfrutar de mi hija no solamente yo sino mi familia, su familia paterna”. A Noa le quiere entregar una camiseta que lleva durante su particular camino, con fotografías de padre e hija, en Sanlúcar y Galicia, y con el lema ‘No habrá distancia que nos separe’.
Cuando hace algo más de dos semanas le comunicaron que no continuaría en su último trabajo, no se lo pensó. “Era algo que venía rondándome la cabeza desde hace mucho tiempo, pero no tenía ni la fuerza física ni emocional para hacerlo”, relata. Ahora, psicológicamente preparado tras varios años “muy muy duros”, afronta su objetivo pedal a pedal. En su particular Camino de Santiago, irá dejando constancia de su lucha por la custodia compartida.
El pasado lunes salió desde Sanlúcar y espera llegar a Santiago para el primer fin de semana de octubre, fecha en la que le corresponde estar con la pequeña Noa. La dimensión que su marcha está generando mediáticamente le ha cogido por sorpresa, pero agradece el apoyo que va recibiendo a su causa. “Es indignante lo que cualquier persona puede llegar a hacer con tal de tener la razón. No todo vale en esta vida, hay que tener valores”, declara, convencido de que, por encima de todo, debe prevalecer el interés de los menores.