Los trabajos arqueológicos para las obras de ampliación del Museo del Vidrio y el Cristal de Málaga han dejado al descubierto uno de los muchos secretos que atesora en su subsuelo el barrio de San Felipe Neri con el hallazgo de los restos de un horno alfarero que podría datar del siglo XVII. El interior, con los previsibles fragmentos de vasijas que podría albergar, nos puede situar con exactitud en la fecha en la que se forjó a fuego la última cerámica. Y que ya tiene incluso nombre propio: Chinchilla, el ceramista que entonces vivía en la casa que se asentó en el solar con el que se hicieron hace más de un año y que en la actualidad da nombre a la calle.
Me sorprendo cuando en Berlín, París o Londres y hasta en Nueva York se habla más de este museo que en MálagaUn momento muy “emocionante” para Gonzalo Fernández-Prieto, el director del espacio expositivo, uno de los mejor valorados en portales turísticos como TripAdvisor, que sigue así empeñado en recuperar el pasado industrial de este histórico arrabal artesanal, un barrio que ya parece que empieza a ser poco a poco más conocido. Mientras tanto, ya perfila el proyecto de ampliación que permitirá instalar una biblioteca con más de 30.000 volúmenes de Artes Decorativas, la más completa en España, “para que los estudiantes no tengan que estar en la cocina del museo”, las vidrieras de mayor tamaño que ahora no están expuestas o una sala dedicada al arte de la orfebrería y joyería con cristales naturales. “La idea es sacar la colección a la calle, a los muros del museo para que el barrio y quien pasee por aquí pueda disfrutar de ella gratis”, nos adelanta.
El proyecto también aspira a contar con una zona verde, “tan importante en Andalucía con su cultura de jardín y patio”. Aunque, nos advierte, al contrario de lo que suele ser habitual, todo dependerá de qué se encuentre en el subsuelo.
Una forma de “promover el futuro presentando el pasado” con la idea de que los artesanos, como siglos atrás, vuelvan a él “y podamos tener un horno, pero ya siglo del S.XXI”. Un ejemplo de ello, el taller de vidrieras de Alberto Cascón, que puede presumir de tener la Carta de Maestro.
Todavía desconocido
El espacio celebra su octavo cumpleaños regado por tesón y empeño en seguir dándose a conocer. Una colección privada extensa “y que empieza a ser muy respetada por expertos”, aunque más en el exterior que en su casa. “Me sorprendo cuando en Berlín, París o Londres y hasta en Nueva York se habla más de este museo que en Málaga, pero no recibimos ayuda ni respaldo político como otros museos”, lamenta.
Fernández-Prieto reivindica que el suyo es “un museo de barrio” y al igual que hiciera hace unos días el maestro Jorge Rando, a ratos, también se siente invisible ante las instituciones y su apuesta por una ruta museística donde todos no tienen cabida. “Me siento un verso suelto, me hacen sentir así pero yo sigo luchando por mi barrio y de aquí no me sacáis, es una historia de amor”, bromea. Entre las asignaturas pendientes, una mejor señalética, “muchísimos visitantes se quejan de que se pierdan” o, simplemente, que los taxistas sepan llegar hasta él.
Desde luego, tiene los ingredientes asegurados para una visita redonda: una casona del siglo XVIII para recorrer la historia de la humanidad a través del cristal, con más de 3.000 piezas, sazonadas de obra pictórica, mobiliario y objetos de decoración. Y que está siempre en constante crecimiento. La última de las incorporaciones, ‘Gobernante Pecador Devorado Por Demonio’, una vidriera de estilo expresionista alemán, realizada en 1949 por la casa Franz Melchior de Colonia.