Entre las coordenadas espacio y tiempo nos ocurre de todo en nuestras vidas, nos sentimos bien, mal o regular. Vamos despacio, deprisa o vivimos con lentitud o aceleradamente y cuando nos damos cuenta, nuestra existencia ha pasado y todo ha transcurrido en un soplo.
A veces vivimos demasiadas horas esperando respuestas y soluciones y cuando nos venimos a dar cuenta, nos hemos hecho mayores, y lo que teníamos como proyecto es apenas un recuerdo y quizás, por aquello de los imperativos del calendario, no tendremos días libres para disfrutar ni tampoco trabajo para ganar dinero.
Con el paso de los años, el niño y el adolescente que éramos se quedaron en algo inacabado que no llegó a cuajar, y nos convertimos en alguien mayor e incluso enun anciano cascarrabias e impertinente que todo le parece mal y protesta hasta por los premios y reconocimientos.
Sabemos que no tenemos que temer las consecuencias de nuestra toma de decisiones. Nosotros no somos la fotografía de un instante,aunque a veces nuestra presencia pueda parecer fugaz e instantánea siempre solemos estar ahí, cuando las personas nos necesitan, a menos que seamos unos indeseables.
En ocasiones, somos tan cerrados de mollera que no acertamos a tener respuestas nuevas para problemas viejos, que nos sentimos desgastados y con una sensación de desesperanza, que aunque manejemos todo tipo de datos y argumentos, no encontramos algo sustancial.
Cuanto nos cuesta en algunos momentos arrancar y comenzar una historia y mucho más transmitirla con un encanto y fuerza dramática, para que los demás la vivan desde el principio hasta que colocamos el punto y final. Como vamos aprendiendo a través de nuestra experiencia y la de los otros que no es aconsejable extraer conclusiones precipitadas de lo aparente, y procuramos indagar en lo invisible.
Sin perdernos en disquisiciones inútiles hemos de buscar tras las sombras, a las personas con sus fortalezas y debilidades, lejos de fantasmas y obsesiones, entre el diseño ideal y el sentido práctico de las emociones y los encantos, de las certidumbres y las indecisiones.
Con facilidad vemos a líderes políticos caer en el populismo y la demagogia, cambiar el discurso y sus principios según sus intereses,les dan un valor de cosificación, de datos estadísticos a las personas, lejos de sus problemas, aspiraciones y demandas.
Nos damos cuenta que coyunturalmente no nos vendría mal desaprender , como cuando las luchas por el poder se disfrazan de debates por las ideas por los príncipes de la política, o la defensa de los intereses se enmascara bajo el discurso de la batalla por unos valores inexistentes.
Los protagonistas que movidos por su ambición sin límites tienen tantas tragaderas que comprometen y embargan sus vidas por el éxito, utilizan en sus pláticas y mítines todo tipo de párrafos, peroratas, perífrasis y aproximaciones que se convierten en interminables y cansinos intentos para ocultar la verdad.
La vida nos enseña que no podemos entregarnos a los determinismos fatalistas de que todo está escrito y nos resulta imposible evitarlo hagamos lo que hagamos, ni dejarnos llevar por el malabarismo de caer en la inconsciencia que todo sucede por azar o es producto de la casualidad.
A veces hemos de proponernos descansar. No mirar el reloj ni consultar el móvil. No hacer nada puede hacer mucho por nosotros. Saber parar es necesario para poder continuar avanzando.