Arbitrar en el Bernabéu y en el Camp Nou, es tan sencillo como llevarse un caramelo a la boca. Es una evidencia incontestable.
La historia cae cual losa como su propio peso indica. Y lo que se ha vivido este miércoles sobre el césped en el estadio del Barcelona, es para dejar de creer definitivamente.
El partido del Betis fue muy digno hasta el minuto 30 y la mejor ocasión del encuentro, la tuvo el cuadro verdiblanco incluso. En las botas de Ceballos, quien se llenó de balón.
Pero el Barça, cubierto desde el inicio de trofeos nacionales e internacionales, tenía que ganar como fuese. Y si su fútbol no le da, no hay problema. Para eso estaba el invitado de honor, Vicandi Garrido, quien no tuvo pudor ninguno en pitar una de las penas máximas más escandalosas que se han visto en los anales del balompié español.
El centro de Busquets, despejado limpiamente por Antonio Adán golpeando en su estirada a Messi de forma totalmente fortuita, sería interpretado por el colegiado vasco como penalti. Y punto. Y a quien no le guste que no mire pensaría el árbitro.
Neymar se resbaló, erró y el rechace, lo introdujo Westermann en las mallas de la meta bética previa falta de Rakitic. Inexplicable.
A partir de ahí, dos lesionados en el Betis (el central alemán y Bruno); una expulsión (la de Mel por protestar) y tres goles más del Barça. Hasta el años que viene.
