Cada Viernes Santo en Rota, con la caída de la tarde, la localidad se viste de absoluto luto y recogimiento. Mientras el Cristo de la Veracruz y su madre, la Virgen de la Angustias, ya se pierden por las callejuelas del centro de la localidad, toca el turno de otra de las Hermandades más antiguas de Rota cuyos titulares, prestos y deseosos, aguardan en el interior de la iglesia de la O para realizar su estación de penitencia: el Santo Entierro de Cristo y la Soledad de María Santísima.
Con extrema puntualidad, los primeros nazarenos comenzaban en la tarde de ayer a teñir de negro luto la plaza Bartolomé Pérez en un acompasado y lento caminar. Hermanas de mantilla y representantes de todas las hermandades locales les acompañaban en su peregrinar .
Máxima expectación cuando los primeros agentes del cuerpo de la Guardia Civil, hermano honorario de la Hermandad del Santo Entierro, enfilaban el arco ojival de la Parroquia de la O, escoltando al magnífico conjunto Cristo Yacente atribuido a Diego Roldán en su salida procesional. A los sones de la capilla musical ‘Lux Aeterna’ el misterio del Santo Entierro de Cristo se reencontraba con su localidad portado con maestría por una cuadrilla de costaleros compuesta por hombres y mujeres.
Y tras él, la Soledad, impresionante dolorosa a pie de la Cruz, obra de José Pérez Conde de 1970, que cautivó a los fieles allí congregados con su rostro de facciones perfectas y la espectacularidad de su manto. Fue guiado el paso de la Virgen por el capataz Juan Antonio Lobato Silva, y acompañado musicalmente por la Banda Gastoreña.
Durante casi cinco horas, compartió la Hermandad del Santo Entierro su solemne duelo por la muerte de Cristo con todos los roteños, concluyendo su estación de penitencia en torno a la una y media de la madrugada, cerrando así una intensa jornada de fervor cofrade.
