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Miércoles 20/11/2024
 
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Sevilla

La ciudad del genial “Tropezones” (I)

La ciudad del primer medio siglo XX, sobre todo durante las décadas 1950-1970, tuvo en los dibujos humorísticos de Tropezones unas referencias costumbristas que ahora pueden valorarse como muestras etnográficas de la vida ciudadana. Aunque su temática fue muy amplia, prestó especial atención a las r

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  • Dibujo de Tropezones -

Domingo Wasaldua Villalba (Mina de San Telmo, Cortegana, 1912-Sevilla, 18 de diciembre de 1988), firmó sus dibujos como Tropezones, que publicó en el diario de la tarde “Sevilla”  hasta su desaparición y luego en “Sur/Oeste”. Pero fue muy prolífico y colaboró con varias publicaciones, sobre todo en la revista “Campo”, dirigida por Antonio Garmendia, y con varias empresas mercantiles a las que  hacía dibujos humorísticos de actualidad sobre temas futbolísticos y taurinos.

Muchos sevillanos iban los domingos por la noche a ver los escaparates del centro de la ciudad para ver los chistes de Tropezones sobre los partidos del Sevilla y el Betis o la corrida de toros de la Real Maestranza de ese mismo día. Algunas empresas de hostelería, como el restaurante Cambados, en Heliópolis, mantienen aún galerías con dibujos de Tropezones.

Manuel Ferrand, en ABC  (Sevilla en broma, 1979), escribió sobre Tropezones, y dijo: “El campo es uno de los temas que ha venido abordando Domingo Wasaldua […] prolífico dibujante que durante muchos años ha mantenido cotidiana colaboración en el desaparecido “Sevilla”. Los chistes de Wasaldua van precedidos por una frase enigmática: “Tropezones dice…”           

El origen de ello está en unos dibujos publicitarios que realizo para el óptico Green, que tenía su establecimiento en la calle Velázquez. El dibujante creó a un personaje que asistía a cada partido de fútbol, sin lograr ver cabalmente las jugadas. Hasta que acudía en busca de unas gafas. Corto de vista, iba a dar con todo charco, árbol, farola o piedra que se interpusiera en el camino: de ahí el nombre de Tropezones. Nombre que conservó el autor como mascota a lo largo de su obra”.

En toda su vida profesional solo fue censurado una vez, por el gobernador civil Hermenegildo Altozano Moraleda, que le prohibió hacer humor de temas de abastecimiento (ABC, 17 de agosto de 1987)

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