Durante los meses de octubre, noviembre y diciembre, siempre que las mareas acompañen, Marcos Pérez (Ortiguera, 1977) sale desde el puerto asturiano de Navia con su potente lancha a recorrer las costas rocosas de Coaña, donde le espera uno de los manjares más apreciados del mar, el percebe, cuyo precio en lonja puede llegar a superar los 200 euros el kilo en navidades.
El de percebeiro es un oficio "de riesgo", bien pagado, pero que "tiene que gustarte", porque "a veces se hace cuesta arriba", ha explicado a EFE Pérez, que lleva diez años recorriendo la costa para recolectar este demandado crustáceo, un arte que en la jerga de la profesión se denomina "cavar" por la particular manera que los mariscadores tienen de extraerlo de la roca.
Desde hace tres años le acompaña en su lancha Isa Diop (Fass Boye, 1979), un inmigrante senegalés al que ha enseñado el oficio, y en sus propias embarcaciones hasta otros doce percebeiros de la localidad de Ortiguera, todos enfundados en trajes de neopreno y armados con "cavadoiras", una herramienta con un mango que lleva acoplada una cuchilla afilada en el extremo y con la que atacan las rocas para extraer los percebes desde la raíz en racimos a los que llaman "piñas".
Deben aprovechar las horas de marea baja para poder acceder a estos crustáceos que proliferan adheridos a las rocas costeras, especialmente en la rompiente, donde las olas del mar baten con fuerza la costa, lo que hace que recogerlos sea un trabajo arriesgado, que les obliga a estar constantemente alerta para evitar que un golpe de mar los arroje contra las piedras, pero que merece la pena por el elevado precio de este marisco.
"El oficio del percebe hay que enseñarlo bien porque, para hacer dinero, hay que saber lo que coges, no vale todo", ha asegurado Marcos, quien ha explicado que el ejemplar más corto y ancho es el que se comercializa mejor porque "se conserva durante más tiempo" que los que son más alargados.
Una vez se encaraman a la roca, a la que acceden a nado desde una barca o a veces por tierra, este percebeiro y sus compañeros disponen de tres horas, dos de bajamar y una de subida de la marea, para extraer, luchando contra las inclemencias del tiempo y las olas, un máximo de seis kilos por persona de este preciado crustáceo, un “cupo” que en navidades aumenta a ocho kilos, en virtud de una normativa establecida por la administración autonómica y asumida por las cofradías como la única forma de garantizar la sostenibilidad del recurso.
Un oficio "de riesgo"
Si bien ha admitido que el del percebeiro es un oficio "de riesgo", ha afirmado que "no es tan peligroso" como se suele pensar, siempre y cuando se vaya con "respeto" y se tenga "cabeza", la facultad para "medir el riesgo" y las "capacidades" de cada uno.
"Arriesgas lo que quieres, lo que pasa es que generalmente el percebe bueno implica riesgo, implica bajar a la rompiente, a las zonas más inaccesibles", lo que marca la diferencia entre "volver con un jornal normal o excepcional" porque "es donde está el dinero", según ha afirmado.
Aunque se producen accidentes, como el que lo mantuvo hospitalizado durante dos semanas por un neumotórax después de que un golpe de mar lo lanzase contra las rocas, el percebeiro señala que la única vez que ha tenido constancia de que un percebeiro de su entorno muriera trabajando fue cuando tenía 17 años y empezaba a acompañar a su padre durante las campañas de recolección.
Pioneros del percebe en Asturias
Fue en aquella época, a principios de los años 90, cuando su padre y su tío, ambos pescadores, estuvieron entre los primeros que vieron el potencial que tenía la recolección del percebe, al observar el interés que despertaba entre los compradores gallegos, que acudían a las costas del occidente asturiano, donde el crustáceo “no valía nada”, para comprarlo y comercializarlo en la comunidad vecina, ha narrado Pérez.
A raíz de la experiencia de pioneros como su padre y su tío, se creó el Plan de Explotación de Ortiguera en 1992, el primero de Asturias, que comenzó de forma experimental y terminó consolidándose y convirtiéndose en el modelo que siguieron el resto de zonas de la costa asturiana hasta el día de hoy, según ha recordado.
"Declive total" del percebe en los últimos años
Marcos ha rememorado aquellos tiempos como una época de abundancia, en la que las rocas estaban repletas de percebe, en contraste con la escasez que se da hoy en día, hasta el punto que en los diez años que lleva dedicándose profesionalmente a su extracción, ha habido un "declive total" de la cantidad de este crustáceo en las costas de Coaña, según ha afirmado.
"Si llevas a mi padre a una piedra hoy no la reconoce", ha afirmado el mariscador, que ha dicho desconocer a qué se debe el descenso tan notable que ha sufrido el percebe en su zona, pero ha apuntado como posibles causas a la "contaminación" y la "sobrexplotación", por lo que ha opinado que es necesario realizar un "paro biológico", ya que de lo contrario "va a ser complicado aguantar siete meses" al año, la duración de la temporada, recolectando el crustáceo.