Dicho estudio, en el que ha participado el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el Hospital Clínico y la Universidad Autónoma de Barcelona junto con científicos de Estados Unidos, Holanda y Alemania, recomienda reducir el uso de estos desinfectantes y aplicar rigurosas medidas de higiene, como ducharse antes de nadar, utilizar el gorro, evitar orinar en las piscinas o desarrollar un adecuado tratamiento de las mismas.
La investigación, publicada en la revista Environmental Health Perspectives, ha examinado la presencia de subproductos de la desinfección (DBPs), que son fruto de las reacciones químicas producidas entre los desinfectantes y la materia orgánica, presente de forma natural pero que en muchos casos introduce la propia personar a través del sudor, la piel o la orina.
Los análisis, precedidos por otros estudios epidemiológicos que hallaron una relación entre la exposición a estos subproductos y el riesgo de cáncer de vejiga, se realizaron a partir de dos muestras de agua tomadas de dos piscinas, una tratada con cloro y la otra con bromo.
Se estudiaron así los DBPs y la capacidad de provocar mutaciones en el material genético permanentes, así como los efectos respiratorios causados a corto plazo en personas que nadaron en piscinas tratadas con cloro.
Asimismo, analizaron el número de subproductos, de los que identificaron más de cien, algunos nunca hallados antes, ni en piscinas ni en agua potable, y concluyeron que la posibilidad de provocar mutaciones es similar en ambas, aunque la segunda es más citotóxica, es decir, puede matar a las células a más baja concentración.
Según alertan los expertos, las pruebas realizadas sobre 49 nadadores después de cuarenta minutos de ejercicio, revelaron un aumento de los niveles de dos biomarcadores de toxicidad, uno de ellos los micronúcleos.