Muchos gaditanos -entre los que me incluyo- hicieron suya aquella frase mágica de la cuarteta de despedida del popurrí de la mítica chirigota Las Viudas de los Bisabuelos del 55, allá por el concurso de 1994: “Que yo no cumplo años, yo cumplo carnavales”. Desde que trabajo en Sevilla hace ya casi 17 años, debo añadir que también cumplo los 28-F. Quizás sea por eso, porque empiezo a coleccionar Días de Andalucía, me esté volviendo un poco nostálgico con el pasado. O no, porque no invoco precisamente rememorar los discursos del pasado, pero sí que haya discursos de altura por los andaluces insignes que tanto han aportado y aportan a Andalucía.
Aún releo embobado el memorable discurso de Emilio Lledó ridiculizando “el topicazo absurdo de la pereza andaluza”; me sigue emocionando la pasión que rezumó Antonio Banderas al “volver a la Andalucía del 77” de la mano de Caparrós; recuerdo lo orgulloso que me sentí de ser andaluz con Luis García Montero al recitar su metáfora del Sur; me identifiqué con la denuncia de “clasismo territorial” que firmó el doctor e investigador Guillermo Antiñolo en su defensa del Sur como territorio al que no debe vetársele para la prosperidad; vibré con el acento de Miguel Ríos y con los versos de Sabina, saboreé el verbo de Antonio Burgos y saludé también los nombramientos de María Galiana, José Saramago, Alberto Rodríguez, Carlos Amigo, Felipe González, Alfonso Guerra, Manuel Clavero y otros muchos.
Frente a estos ilustres andaluces, en los últimos años hemos contado con otros andaluces no menos insignes, pero acotados exclusivamente a una esencia artística que no debe copar en exclusiva tan alta distinción. Resulta emocionante escuchar cantar el himno de Andalucía a Raphael, aunque no se lo sepa del todo, o a Alejandro Sanz, y este año a David Bisbal, pero sinceramente quiero recibir también un chute de andalucismo en vena con la sabiduría y la profundidad de los hijos predilectos antes reseñados de los que tanto aprendí y de los que inoculé el orgullo enorme de sentirme andaluz sin complejos y sin estridencias, con naturalidad.
Como no quiero que se malinterprete, precisaré que me parecen estupendos los Hijos Predilectos distinguidos, pero hay otros hombres y mujeres andaluces que creo que reúnen méritos y conocimiento que bien podrían compartir sobre las tablas del Teatro de la Maestranza de Sevilla. Por todo ello, reivindico menos medallas -19 más 2 hijos predilectos este año, el récord absoluto de un 28F- y más discursos de próceres andaluces.
