Arcos Solidaridad y Cooperación irrumpió en la vida social en los peores años de la crisis económica, cuando cientos de familias de la localidad comenzaron a sufrir los efectos de una situación que con el paso de los años ha dejado su huella a modo de pobreza y otras necesidades sociales. Casi una década después, la historia se repite, pues la crisis sanitaria del COVID-19 también ha empeorado la situación de las familias como consecuencia en muchos casos de la pérdida de un empleo. Es en ésta y otras situaciones de emergencia y necesidad social donde el colectivo presidido por Juan Félix Guerra Ruiz tiene mucho que decir…
En realidad, Arcos Solidaridad y Cooperación siempre ha sido necesaria. ¿Cómo valora la presencia de la asociación en la vida de Arcos desde sus inicios?
–Nacimos como asociación a mediados de 2012, con la intención de complementar las labores de otras asociaciones humanitarias y sociales que ya estaban funcionando en Arcos. Al principio tuvimos bastantes inconvenientes para trabajar aquí, pero afortunadamente encontré a personas que estaban dispuestas a trabajar duro para ayudar a otras a mejorar su calidad de vida y dedicar parte de su tiempo a colectivos vulnerables con problemas de muy diversa índole. Es cierto que no encontramos mucha ayuda local, léase, empresas o el propio Ayuntamiento, pero al final hemos conseguido llegar hasta aquí, a base de trabajo duro y dedicación a lo que más nos gusta hacer, que no es otra cosa que ayudar a otras personas, sin importarnos quiénes son, de dónde vienen o el tiempo que quitamos a nuestras familias. No buscamos popularidad, pero pienso que nuestro nombre ya suena un poco más, sobre todo a los niveles que nosotros deseábamos, y ser una asociación más a tener en cuenta cuando hablamos de prestar ayuda de cualquier índole.
¿Cómo ha vivido, como conocedor de las necesidades sociales, la evolución de la asociación y de la propia ciudad?
–A nivel de asociación, cada año venimos cumpliendo los objetivos que nos marcamos, aunque en 2020 y 2021, a causa de la pandemia, nos hemos visto obligados a reducir nuestra presencia en actividades sociales y culturales. Desde el punto de vista de la ayuda prestada por el tercer sector, Arcos es una ciudad que cuenta con grandes recursos y un número suficiente de asociaciones sin ánimo de lucro que cubren el gap no cubierto por el sector público. Por tanto, considero que la evolución ha sido positiva en lo referente a cubrir necesidades básicas de la población. En este punto también reconocemos que desde Servicios Sociales del Ayuntamiento se está haciendo un gran esfuerzo humano y económico para dar esa cobertura. Mi impresión es que en los dos últimos años nos hemos vuelto todos un poco locos, el Covid-19 ha sido y es una prueba de resistencia humana frente a un enemigo invisible, que puede ser mortal en los casos más graves, dejarte secuelas severas si te lo tomas a la ligera o dejarte tranquilo como después de una gripe de las de toda la vida. La evolución lógica de nuestra vida anterior a la pandemia, que tendría que haber sido positiva, de repente se vio alterada y no podemos, al menos yo no podría afirmar, que hemos aprendido a convivir con un enemigo que cambia de nombre cada dos por tres. Por contra, sí pienso que en general no ayuda para nada seguir gestionando la pandemia desde un prisma político y no profesional. Esto ocurre en Arcos y cualquier otra población. No soy nadie para valorar si son o no correctas las medidas, se siguen las directrices de los gobiernos central y autonómico. Lo que sí tengo claro es que es imposible para cualquiera, político o no, poder confeccionar un traje a medida a cada uno de nosotros, que sería lo que pretendemos cada uno.
El eterno problema de la asociación, como de todas, es la financiación, pues sin recursos económicos poco se puede hacer. La asociación ha contado a contado a su vez con ayudas como las de Caixabank , Unicaja y otras entidades. ¿Cómo se viene financiando la asociación para su proyecto general?
–Cuando trabajas de voluntario, claro está no te preocupan los recursos económicos con los que puede contar la asociación con la que colaboras. Cuando tienes que desarrollar proyectos como asociación, ya es otra cosa: tienes otros problemas, los fondos, dónde encontrarlos, a quién pedir, etc. Yo tengo la suerte de haber comenzado como voluntario, crear una asociación y no dejar de ser voluntario. Buscar recursos humanos ha sido fácil porque el equipo que tenemos es fantástico. En cuanto a los recursos económicos, pues tengo que admitir que nuestra estrategia es muy sencilla. No tenemos socios de cuota fija, simplemente diseñamos un proyecto, cuantificamos los recursos y nos ponemos a pedir ayuda económica. Como bien comenta, principalmente contamos con las ayudas económicas de la Fundación Unicaja y su Club de Voluntarios, así como de la Obra Social de CaixaBank para casi todos nuestros proyectos. Pero no es menos importante la aportación de empresas malagueñas para el desarrollo de nuestras actividades. Un gran porcentaje de nuestras actividades no necesita financiación porque se trata de acciones solidarias directas con colectivos vulnerables; por ejemplo, asesoramiento laboral y social, docencia, desarrollo personal, etc.
En Arcos han desarrollado campañas de distribución de alimentos entre familias humildes, concursos en el ámbito educativo para fomentar los valores humanos, mercadillos solidarios… ¿Qué otros proyectos tiene en mente para seguir cultivando la solidaridad?
–Efectivamente, hemos ayudado a familias con necesidades de atención primaria, alimentos, ropa, etc. Hemos desarrollado líneas participativas en proyectos educativos; puntualmente en la Sierra de Cádiz hemos actuado en varias ocasiones. Ofrecimos al Ayuntamiento de Arcos un vehículo para el traslado de enfermos a visitas a especialistas y posteriormente para traslado de usuarios al centro Juan Candil. Nuestra propuesta cayó en saco roto. En el presente año 2022 tenemos avanzada la colaboración en un nuevo proyecto internacional en Kenia, concretamente en la ciudad de Nakuru. Se trata de un proyecto de la Comunidad Trinitaria en España para la construcción de un edificio de viviendas y colegio para niñas y niños de la calle, en su mayoría abandonados por sus familias. Nuestra participación será en dos vertientes: aportación de fondos y tareas de desarrollo personal de los usuarios del centro. Una cosa importante, vayamos donde vayamos, estemos donde estemos, dejamos claro que somos de Arcos de la Frontera, Andalucía, España.
El radio de acción de Arcos Solidaridad y Cooperación, con independencia de su nombre, actúa también en Málaga y en India. Hablamos de tres lugares muy distintos en todos los sentidos. ¿Dónde se siente más motivado en su acción social, aunque India es un país con terribles dramas humanos derivados de una pobreza extrema… Cuéntenos también su experiencia personal en este país de contrastes, de diversidad religiosa y social.
–Se trata de tres lugares muy diferentes, aunque los problemas, en menor o mayor escala, son casi los mismos. Aunque claro está que no es lo mismo trabajar y dar cobertura en un campo de refugiados en Siria que en un asilo en Málaga, o no es lo mismo trabajar en una aldea en India que en una ciudad como Arcos. Lo que quiero decir es que en todas partes hay personas en riesgo de exclusión social, laboral, financiera, etc. con dificultades para acceder a lo más básico (alimento, ropa y techo o tener un trabajo digno). La diferencia que hace que se pueda o no llevar a cabo la labor de las asociaciones son los recursos económicos y humanos con los que cuentes para realizar el trabajo. Antes de comenzar nuestro trabajo en Arcos, yo llevaba casi 20 años trabajando en Málaga y en India, colaborando con asociaciones dedicadas al cuidado de ancianos, integración de inmigrantes, con menores en riesgo de exclusión social e incluso con reclusos. Si no tienes motivación, si no eres capaz de empatizar, mejor que ni lo intentes. Me refiero a levantarte o acostarte todos los días pensando dónde ocupar tu tiempo libre y tener claro que lo que quieres es ser útil, aquí o en Pekín. Cuando me planteé conocer un país como India, para comprobar sobre el terreno, lo que ya había visto en reportajes y películas, lo consideré como un viaje de ida y vuelta y no volver más, pero amigo, aquel país tiene algo que te engancha, te atrae y no te suelta. En mi primer viaje a India conocí el centro Pope John Paul Peace Home, centro de personas con diversidad funcional y tetrapléjicas y allí he ido año tras año, a prestar ayuda en este Centro. Gracias a la ayuda de voluntarios hindúes, hemos ido ampliando nuestra zona de actuación, prestando ayuda médica a familias con enfermos crónicos. La pandemia que padecemos no me ha permitido viajar desde hace dos años, aunque sigo en contacto con los voluntarios que me cuentan los grandes problemas que se les han añadido a la ya de por sí situación límite.
En el terreno personal, su todavía reciente jubilación le habrá deparado, si cabe, más tiempo para los asuntos solidarios. ¿Cuál sería su reflexión última sobre la sociedad en general, su capacidad de ayuda al prójimo y la existencia en sí de asociaciones como la que dirige?
–Tengo más tiempo libre, pero la pandemia ha cancelado muchas de las actividades que venía realizando en nombre de Arcos Solidaridad, como mentorías con chicos inmigrantes con la Asociación Málaga Acoge; trabajo de integración de personas con Síndrome de Down, con la Fundación Unicaja, clases de apoyo escolar con la Asociación Altamar Educación y Familia o mi trabajo en la Casa de las Hermanitas de los Pobres. Sigo semanalmente ayudando en Altamar con clases de español para inmigrantes. Se trata de un grupo de padres, con sus hijos internados en el hospital materno infantil de Málaga con graves problemas de salud. Por otra parte, colaboro mensualmente en el reparto de alimentos de la misma asociación en una de las zonas más desfavorecidas de Málaga. Cuando conoces a personas con problemas o los problemas de las personas más vulnerables, que sabes que existen, incluso algunas pueden ser vecinos tuyos, no dejas de sorprenderte y cabrearte de lo miserables que podemos llegar a ser por mirar para otro lado, o por creer que nunca te tocará a ti. Esta sería una reflexión de una sociedad egoísta y consumista en general, pero gracias a Dios hay un montón grande, muy grande de personas que día a día dedican algo de su tiempo y otras dan dinero, muy necesario, lo sabemos, para prestar esa ayuda desinteresada a personas con menos suerte que tú. Más que el trabajo de las asociaciones, que también, alguien tiene que organizarlo todo, Yo valoro la labor de los voluntarios y voluntarias que están detrás de las acciones que realizan. Con toda la humildad del mundo, me merece más respeto una persona en el tajo, con un peto que dice ‘Unicef’ o ‘Manos Unidas’, que el presidente de una multinacional, aunque supongo que ambos son necesarios. En el caso de Arcos, nuestro trabajo no sería posible sin contar con Toñi Gamaza y su familia.